La actividad física se encuentra dentro de los llamados hábitos de vida saludables, y sus beneficios no son sólo físicos sino también psicológicos.
La emociones están en nuestro cuerpo. Es por esto que cuando aumentan nuestros niveles de ansiedad o cuando estamos pasando por etapas con demasiadas emociones negativas (como el enfado o la tristeza) es en nuestro cuerpo donde las sentimos en forma de dolores, contracciones o tensión muscular.
Desde hace décadas se vienen estudiando los beneficios psicológicos y emocionales del deporte en la población general y se han encontrado importantes beneficios en este sentido (Balaguer, Castillo, y Duda, 2008). Especialmente, la práctica deportiva ha sido muy recomendada en mujeres, debido a los síntomas que se pueden producir en etapas concretas como durante la menopausia. Los dolores de cabeza, el insomnio, el aumento de peso, los problemas del estado de ánimo o las dificultades de concentración se ven mejoradas por la práctica habitual de actividades físicas especialmente de tipo aeróbico. Según estudios específicamente diseñados con mujeres mayores de 55 años, como el de Campos y cols. de la Universidad de Valencia, el ejercicio físico produce beneficios en variables psicológicas como la autoestima global, el autoconcepto físico y la satisfacción con la vida.
Pero a pesar de esto, sabemos que el número de mujeres que realizan ejercicio físico es menor que el de hombres (García Ferrando, 2006), por lo que es importante hacer llegar esta información a la población general.
En cuanto a enfermedades específicas, también encontramos investigaciones como la de Sañudo y cols. que indican que la práctica moderada de ejercicio físico en pacientes con fibromialgia mejora la sintomatología tanto física como psicológica asociada a esta enfermedad.
En este sentido, practicar por ejemplo running que tan de moda se ha puesto últimamente, tiene importantes beneficios que han hecho que se convierta en un tipo de deporte muy elegido entre la población general. Entre sus beneficios podemos enumerar los siguientes:
- Nos proporciona un tiempo para nosotr@s mism@s, en el que podemos enfocar nuestro pensamiento.
- Mejora nuestro autoconcepto y nuestra autoestima. El ejercicio físico nos ayuda a mejorar nuestra autoimagen. Además, nos ayuda a establecer metas y cumplirlas, y por tanto favorece nuestra confianza personal y nos demuestra que podemos lograr lo que nos proponemos.
- Promueve valores y fortalezas tan importantes en nuestra vida como la disciplina o la capacidad de automotivación.
- Ayuda a reducir nuestros niveles de ansiedad.
- Influye en nuestra sensación de felicidad. Según un estudio realizado en la Universidad de Sevilla, practicar habitualmente un deporte incide en la felicidad, considerándose más felices las personas que han estado implicadas en una actividad física habitual que aquellas que tienen un estilo de vida más sedentaria.
- La actividad física también produce en nosotros una mejora a nivel cognitivo. Al realizar ejercicios de tipo aeróbico, aumenta el flujo sanguíneo cerebral, ayudándonos a mantener el funcionamiento cerebral a lo largo del tiempo. Además, se ha descubierto que previene el deterioro cognitivo, aumenta la creación de nuevas conexiones entre las neuronas y la plasticidad cerebral y mejora capacidades tan importantes como la atención o la memoria (Franco-Martín y cols, 2013)
- Cuando corremos el cuerpo genera endorfinas, que son sustancias que nos proporcionan una sensación placentera y de bienestar (Birren y Woods, 1989)
También es importante destacar que actividades como el running no requieren de una especial preparación ni de un lugar específico donde deba ser practicado, por lo que conseguimos “esquivar” la tentación de la pereza o de la postergación, y el famoso “ya iré mañana al gimnasio”.
Los beneficios del running también han sido puestos de manifiesto en un reciente estudio de 2014 que destaca sus beneficios psicológicos, como el aumento de la autoconfianza y de la autoeficacia (Martínez, Pino y Pla, 2014).
Alicia Jiménez Castellot
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