Pensar en lo que puede suceder en un futuro es en muchas ocasiones uno de nuestros “deportes” favoritos. Hay personas que viven sumergidas en las distintas dificultades que pueden surgir en un futuro, y otras que por el contrario prefieren no planteárselo y vivir el presente evitando mirar o prever cualquier contratiempo futuro.
Como puedes imaginar ni una ni otra opción son las más adecuadas. Preocuparse tiene una función positiva, que es “ocuparse” antes de que algo suceda.
Planificar el futuro y anticipar posibles dificultades para poder prepararnos para afrontarlas es completamente sano. El problema viene cuando pasamos más tiempo en el futuro que en el presente, y dejamos que nuestra imaginación nos muestre en alta definición todo lo malo que puede estar por venir.
Vivir permanentemente con nuestra mente en el día de mañana conlleva un aumento de la respuesta de ansiedad y sentimientos de indefensión e inseguridad. Esto puede puede sumergirnos en estados de angustia y tristeza que finalmente tengan consecuencias en nuestro estado de salud.
Sabemos que frenar las preocupaciones es difícil, por eso te mostramos estos 5 consejos para que puedas empezar a practicar:
- La clave para identificar cuándo es necesario preocuparte y cuándo debes relativizar está en preguntarte si es algo de lo que te puedes ocupar en ese momento. Es decir, ¿puedo hacer algo hoy para solucionarlo o para prever que esto suceda en un futuro? Si la respuesta es sí, ocúpate, traza un plan. Si no está en tu mano, te puedes decir “ cuando llegue el momento, sabré qué hacer. Ahora no depende de mi”.
- Aprende a liberar tu mente durante el día. Cuando no puedas quitarte de la cabeza una preocupación, intenta posponerla. Te puedes decir “ me ocuparé de ti en mi tiempo para preocuparme”. Ponte una hora cada día en la que dedicarás 15 minutos a pensar en ello. Así conseguirás que el tiempo dedicado a ellas sea efectivo y no estar así constantemente sumida en las emociones negativas que conllevan estos pensamientos rumiativos.
- Muévete. Cambia de actividad o postura. Cuando estamos estresad@s y preocupad@s nuestro cuerpo lo sabe. Cuando modificamos nuestro estado físico nuestra mente también se mueve y cambia de perspectiva.
- Si tienes una preocupación importante que te está costando manejar, compártela al menos una vez con alguien de tu confianza. En muchas ocasiones, poner en palabras lo que nos inquieta nos hace darnos cuenta de que tiene menos importancia de la que pensábamos, o conseguimos otro punto de vista que nos ayuda a reenfocarlo.
- Utiliza técnicas de mindfulness. Cuando aprendemos a estar centrados en el presente este más fácil manejar las preocupaciones. Siéntate, cierra los ojos, y respira lentamente disfrutando del momento presente y de todo lo que tienes y te rodea en ese instante.
Aprender a manejar nuestros pensamientos y preocupaciones es un entrenamiento y una carrera de fondo. ¡Tú puedes hacerlo!
Alicia Jiménez Castellot
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